Me vais a perdonar. Lo tengo que guardar como un tesoro. Chandelier. Me fascina. La canción, la coreografía, el ambiente de locura de una alcohólica encerrada en sí misma y la interpretación increíble de la bailarina, de 12 años, Maddie Ziegler.
Volví a escuchar esta canción casualmente hace unos días en Buenos Aires, y la he recordado hoy de nuevo por distintos motivos. Y al repasar la letra de principio a fin, de este tango entre los tangos, no puedo menos que quitarme el sombrero, una vez más, ante Enrique Santos Discépolo. Él fue quién, allá por 1934, escribió estas palabras, verdadera crónica política universal en apenas tres minutos, convirtiéndolas no sólo en uno de los tangos fundamentales, sino también en un himno histórico. Y de un tiempo eterno, se diría, pues consigue la mejor definición que he escuchado últimamente de este mundo nuestro, impostor y miserable. Algo que, como se ve en los acontecimientos que nos rodean, no ha perdido actualidad así que pase un siglo. Parece recién escrito para la España de hoy.
Merece la pena guardar la letra y repasarla cada día, si queda alguna duda. La comparto aquí, junto a un vídeo de cómo se gestó y lo que ha significado esta obra maestra.
Cambalache Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… (¡En el quinientos seis y en el dos mil también!). Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé… Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos… ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!… ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!…
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón! Mezclao con Stavisky va Don Bosco y “La Mignón”, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín… Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches ves llorar la Biblia contra un calefón…
¡Siglo veinte, cambalache problemático y febril!… El que no llora no mama y el que no afana es un gil! ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labora noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley…